Powered by
ACTÚA
  • INICIO
  • ¿QUIÉN SOY?
  • ¿CUÁL ES MI MÉTODO?
  • TARIFAS
  • CONTACTO
  • ARTÍCULOS

¿Qué pasa cuando ponemos etiquetas a nuestros hijos?

11/21/2018

4 Comentarios

 
A los seres humanos etiquetar se nos da muy bien, ponemos etiquetas a todo. Y os preguntaréis, ¿por qué hacemos esto?, ¿sirve para algo? Claro que sí.
Para nosotros, que utilizamos el lenguaje para entender el mundo, el hecho de que algo tenga una etiqueta lo vuelve más comprensible y nos da seguridad. Por ejemplo, si sabemos que el fuego es “peligroso”, no tendremos que acercarnos cada vez al fuego para saber que quema y esto nos alejará del peligro. Nos sentimos más seguros si etiquetamos al fuego de “peligroso”. Aprendemos que etiquetar es bueno para nosotros y lo generalizamos a casi todo en la vida, incluidos los seres humanos. Esto es algo que también hacemos muy bien, generalizar.
El problema es que con las personas las etiquetas no funcionan tan bien y podrían causar algunos problemas. Voy a intentar explicar algunas razones por las que etiquetar a los demás y en especial a nuestros hijos no sería muy recomendable.
Cuando hablo de etiquetas no solo me refiero a las negativas (tonto, desastre, tímido…) sino también a las positivas (inteligente, dulce, buena…). Esto lo explicaré al final del post porque si conocemos primero las razones nos será más fácil hacernos una idea de por qué añado las positivas también. Pero empecemos por las razones, por qué no deberíamos hacerlo:

​1-Nos podemos equivocar.
Cuando etiquetamos a un niño como “tímido”, por ejemplo, podemos estar haciéndolo basándonos solo en la conducta que tiene el niño alrededor de ciertas personas, momentos o circunstancias y sin tener en cuenta otras situaciones donde el niño no muestra conductas de timidez. Nuestra conducta depende mucho más de factores del contexto que de rasgos de personalidad fijos que, desde el modelo de conducta en psicología, no existen como tales.

2-El niño hará una asociación entre la etiqueta y él mismo y se fusionará con ella.
Con esto quiero decir que, al interiorizar la etiqueta, el niño pasará a decirse a sí mismo: “Yo soy tímido”. Esto supone una relación entre el “yo” y “tímido” como si fueran la misma cosa.
Mirad la diferencia entre decir “Yo soy tímido” a “Yo siento timidez cuando estoy delante de gente mayor”. En el primer caso hay una fusión con lo que yo soy y en el segundo la timidez no soy yo y además no la siento siempre sino en unas circunstancias particulares.

3-Restringimos nuestras conductas a las que son coherentes con la etiqueta, aunque sean ineficaces. (Este punto es un poco más lioso, pero leed hasta el final que los ejemplos ayudan mucho.)
Las etiquetas llevan asociadas conductas específicas y a partir de que la interiorizamos intentamos por todos los medios comportarnos de forma coherente con esa etiqueta.
Lo seres humanos necesitamos coherencia, es decir, que lo que nos contamos del mundo y de nosotros mismos tenga sentido y lógica. Si esta coherencia no está empezaremos a sentir incomodidad y malestar, por lo que haremos lo posible por recuperarla. Esta necesidad hará que, aunque las circunstancias del momento nos exijan una conducta diferente a la que asociamos con nuestra etiqueta, nosotros sigamos sin tener en cuenta la posibilidad de conductas alternativas mucho más efectivas. Preferimos sentir coherencia y no ser eficaces antes que sentir el malestar de la incoherencia.
Por seguir con el ejemplo anterior, si el niño se encuentra en el parque y quiere hacer algún amigo para jugar, pero tiene que acercarse él a otro niño, puede que no lo intente siquiera porque esa conducta no se corresponde con la etiqueta “tímido”.
Esto se puede ver mucho mejor cuando ya somos adolescentes o adultos. Por ejemplo, podría no intentar siquiera aprender inglés, aunque sería bueno para mi futuro laboral, porque en un momento de mi vida me costaba aprobar esa asignatura en el colegio y me etiqueté como “mala para las lenguas”. El hecho que me hizo ponerme la etiqueta pudo no estar relacionado para nada con mi capacidad real para aprender idiomas, pero la etiqueta la interioricé y mis conductas siempre han sido coherentes con la misma, aunque fueran ineficaces para encontrar trabajo.

Después de estas razones podéis comprobar cómo las etiquetas restringen nuestro rango de conductas. Habrá conductas que hagamos porque sí, porque “Yo soy así”, aunque no sean lo que realmente necesitamos en nuestra vida, y habrá otras que ni siquiera contemplemos, por lo contrario, porque “Esa no soy yo”.
Si pensamos ahora en las etiquetas positivas podemos ver que pasaría exactamente igual y podríamos caer en conductas que no son lo que realmente queremos hacer, sino que las hacemos por las expectativas que los demás tienen sobre nosotros. “Soy inteligente” así que tendré que estudiar una carrera muy difícil y sacar siempre muy buenas notas y entender todo a la primera… Si esto no se corresponde con la realidad en algún momento también podríamos cambiar la etiqueta por “No soy inteligente” para seguir sintiendo coherencia. Esto es solo un ejemplo de por qué una etiqueta positiva también puede acabar trayendo problemas.

Entonces, ¿cómo lo hago? Bien, lo más recomendable sería ayudar a nuestros hijos a darse cuenta de qué sienten, piensan y hacen en según qué tipo de circunstancias y ayudarles a que su conducta sea más coherente, no con lo que dicen que “son”, sino con lo que ellos necesitan.
Por ejemplo, ante un niño que se comporta con timidez en clase y no pregunta las dudas podríamos decirle: “Es normal sentir vergüenza en algunos momentos, a mí también me pasa, pero preguntar las dudas es bueno para ti porque así entenderás mejor lo que está explicando el profesor y eso hará que aprendas mucho más y sea más fácil estudiar en casa”.
De esta manera no lo etiquetamos a él, etiquetamos la emoción “vergüenza”, la normalizamos cuando le decimos que nosotros también la sentimos a veces y le damos razones que sean importantes para él para comportarse de forma diferente y mucho más eficaz.

Espero que mi primer post haya aportado algo interesante en la, muchas veces, ardua tarea de educar a nuestros pequeños. Por favor, no os etiquetéis de “malas madres” o “malos padres” por haber puesto etiquetas a vuestros niños, que ya hemos visto lo bien que se nos da y a dónde nos lleva.
4 Comentarios
Juan
12/28/2018 11:21:01 am

Muy buen artículo, ¿podría aplicarse el tema de las atiquetas al caso del chaval que en el instituto le dicen: "es inteligente, pero es que no se esfuerza"? ¿es posible que tratando de darle coherencia a tal etiquetaje tienda precisamente a no esforzarse evitando así fracasar para no desmontar la etiqueta "inteligente"? ... ¿como se podría afrontar este supuesto? Enhorabuena por el artículo, me ha sido muy útil. Gracias.

Responder
María Dolores
12/31/2018 01:38:02 am

Hola, Juan. Me parece muy interesante tu pregunta. A ver si puedo explicarme bien.
Aunque no lo parezca, cuando al chaval le decimos: "Eres muy inteligente, pero no te esfuerzas", le estamos metiendo dos etiquetas a la vez, no una sola. Una es la de "inteligente" y la otra es la de "vago". El problema es que la segunda se puede utilizar, como bien dices tú, para no desmontar la primera. Quiero decir que, si los resultados en el colegio no son buenos, puedo achacarlo a la etiqueta "vago" sin que haga falta cambiar la de "inteligente". Por tanto, la conducta de no esforzarse puede ser coherente con las dos etiquetas. De hecho es lo que solemos hacer, procrastinamos y no nos esforzándonos lo suficiente para que, si no saco una buena nota sea por falta de esfuerzo y no de inteligencia.
¿Qué hacer en estos casos? Yo flexibilizaría el "yo" no cayendo en etiquetas ni positivas, "inteligente", ni negativas, "vago". Si el resultado de un examen no es bueno, podemos revisar qué hizo el chaval para prepararse el examen, cuáles son sus dificultades y cómo se siente él con todo eso sin caer en etiquetas absolutas que lleven apareadas conductas rígidas.
Aunque sé de buena mano que tú tienes muy claro todo esto, gracias por comentar.
Un saludo, Juan.

Responder
Judith Rivera
11/27/2019 05:33:31 pm

Gracias por este artículo. Tengo 55 años y pude identificarme tanto con este artículo. Sentí tantas cosas que viví cuando era niña.

Responder
Mª Dolores
12/1/2019 07:39:26 am

Gracias a ti, Judith, por comentar. Si eres capaz de identificarte con el artículo es porque estás cerca, si no es que lo has hecho ya, de poder soltar esas etiquetas que te impusieron. Aunque nadie niega lo duro y condicionante que puede llegar a ser haber vivido mucho tiempo con ellas a cuesta. Un abrazo enorme!

Responder



Deja una respuesta.

Con tecnología de Crea tu propio sitio web con las plantillas personalizables.
  • INICIO
  • ¿QUIÉN SOY?
  • ¿CUÁL ES MI MÉTODO?
  • TARIFAS
  • CONTACTO
  • ARTÍCULOS